Fundación para el futuro: Ahualulco de Mercado celebra títulos de propiedad históricos
Las familias de Ahualulco de Mercado, Jalisco, México, rompen el ciclo de la pobreza con la propiedad de la tierra.
Más de 40 millones de personas están esclavizadas en la actualidad. Desde los barcos de pesca hasta los burdeles e Internet, todas las vías de trata y esclavitud tienen algo en común: la explotación de las personas más vulnerables del mundo.
Más de 40 millones la gente está esclavizada hoy en día. Desde los barcos de pesca hasta los burdeles e Internet, todas las vías de trata y esclavitud tienen algo en común: la explotación de las personas más vulnerables del mundo.
Los traficantes se aprovechan de las personas atrapadas en la pobreza. Más específicamente, victimizan a los niños que viven en la pobreza. ¿Uno? en cuatro la gente esclavizada hoy es un niño. Y uno en cinco los jóvenes sin hogar han sido víctimas de trata sexual y laboral o de ambas.
Sin una fuente de ingresos estable, las personas vulnerables son más propensas a correr riesgos confiando en alguien que promete seguridad a cambio de sus servicios. Estas familias en situación de riesgo no tienen forma de saber que estas falsas figuras de autoridad son traficantes impulsados por la codicia.
En El Espino (El Salvador), 64 familias fueron desalojadas por la fuerza de sus hogares durante la noche. Durante décadas, generaciones de familias vivieron en la misma tierra, pero no tenían documentos que demostraran la propiedad legal. El gobierno arrasó sus casas con excavadoras para dejar espacio para una nueva carretera. Las familias recurrieron a construir su propio refugio en la mediana de la calle con chatarra, lonas y madera podrida, exponiéndose a la amenaza constante de violencia y manipulación por parte de los traficantes.
Una madre soltera en una situación similar en El Salvador nos contó su experiencia en la calle:
«Aquí no hay seguridad. Como familia, hemos tenido muchos desafíos, ya que los ladrones se llevan nuestras cosas. No tenemos cerraduras en nuestras puertas».
Las familias sin hogar en las zonas rurales y empobrecidas de América Latina no pueden darse el lujo de llamar al 9-1-1. Se les deja que se las arreglen por sí mismas. En México, conocimos a una madre que decidió vivir con su tío, quien la golpeaba con frecuencia. Cuando llamó a la policía, se llevaron a su hija y la dejaron sola con su agresor. No ha vuelto a ver a su hijo desde entonces.
Las personas más vulnerables del mundo no tienen la protección física o judicial que les permita prosperar. Viven en modo supervivencia.
Pero una casa puede cambiarlo todo. Un hogar seguro brinda a las familias una base de seguridad y estabilidad.
Con puertas que se cierran con llave, las familias pueden dormir en paz. También pueden salir de sus hogares con confianza, sabiendo que sus pertenencias están seguras. Con acceso interno a agua potable, las mujeres ya no tienen que arriesgar sus vidas caminando tres millas solas. Y con estabilidad, las familias tienen el margen para seguir sus carreras, aumentar sus ingresos y romper el ciclo de la pobreza.
Las familias a las que hemos apoyado en México han aumentado sus ingresos en un 63% desde que se mudaron a sus nuevos hogares. Muchas de ellas aprovechan sus hogares como un lugar de trabajo, como una panadería o una tienda general. Cuando las familias tienen una fuente constante de ingresos, son menos susceptibles a la manipulación por parte de los traficantes que las engañan con promesas vacías.
En New Story, creemos que el hogar lo afecta todo. Demasiadas personas que viven en la pobreza son esclavizadas todos los días como para que podamos seguir viviendo y trabajando de la misma manera. Tenemos que construir de manera diferente, empezando por las casas.
Gracias a generosos seguidores, hemos brindado viviendas seguras a más de 12 000 personas en todo el mundo. Cada hogar protege a las personas más vulnerables del mundo de una vida de explotación. Regalar un hogar permite a las familias construir una nueva historia para sí mismas, historias en las que la esclavitud no existe y la libertad sí.
«Esta nueva casa es un regalo de Dios. Será completamente diferente de donde vivimos ahora: será permanente. Esta será mi tierra. En mi nombre. Para mi familia. Y eso es libertad». — Paul en Titanyen, Haití
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